La infancia es larga y estrecha como un ataúd, y no se puede escapar de ella sin ayuda

 

…hay que soportar la infancia e ir desgastándola hora tras hora por espacio de un número de años incalculable. Morir es lo único que puede liberarte de ella

 

…Nadie escapa de la infancia, que se te adhiere como un olor. La notas en otros niños y cada una tiene su propio aroma

«La infancia es larga y estrecha como un ataúd, y no se puede escapar de ella sin ayuda»

Leyendo el libro El peligro de estar cuerda, de Rosa Montero, leí esta cita. Pertenece al libro Trilogía de Copenhague, de Tove Ditlevsen.

Pocas veces una frase me ha producido una sensación así, la de estar leyendo una verdad compleja y profunda expresada con tan pocas palabras. 

La infancia es larga…
Los adultos creemos que hemos dejado detrás la infancia, que aquella época es lejana, que ya no afecta ni condiciona lo que sucediera entonces a lo que vivimos ahora, que los niños no se dan cuenta, y si se la dan se olvidan, que el niño desaparece y en su lugar aflora un adulto que nada tiene que ver con él. Y nada más lejos de la realidad.

Me cuesta poco encontrar y reconocer en mí los miedos que tuve en la infancia, porque siguen estando en mí, presentes de forma continua, aún sin motivo.

Reacciono a determinadas situaciones como reaccionaba aquel niño que fui, porque aprendí, equivocadamente o no, que esa era la respuesta que me protegía, y muy dentro de mí lo sigo creyendo.

Sigo teniendo los mismos anhelos, buscando aquello que me faltara, aunque cualquier observador vería que he tenido motivos sobrados para sentirme colmado.

De alguna forma, el niño que fui sigue estando dentro de mí, ajeno y ciego a lo nuevo que la vida te va trayendo, sin aprender nada nuevo, dictando muchas reacciones, muchos pensamientos, haciendo que tenga miedo de aquello que a él le asustaba, obligándome a buscar incansablemente lo que a él le faltó, avergonzánse de lo que a él le causó vergüenza, pidiendo a los demás lo que piensa que es suyo y no lo dieron…

¿Y hasta cuando?

Quizá para siempre. Dice más adelante:

«hay que soportar la infancia e ir desgastándola hora tras hora por espacio de un número de años incalculable. Morir es lo único que puede liberarte de ella»

La infancia es estrecha como un ataúd.
Apenas te permite removerte. Te envuelve y agobia sin que lo percibas, no te deja decidir con libertad, quieres probar otras formas de pensar y no puedes, quieres ser libre y te sientes atrapado…  alguien está dirigiendo desde algún lugar oculto… y no es otra persona que aquél que fuimos en nuestra infancia…

Tove vuelve a contarlo de forma lúcida y algo escalofriante:

«Nadie escapa de la infancia, que se te adhiere como un olor. La notas en otros niños y cada una tiene su propio aroma. El tuyo no lo conoces y a veces temes que sea peor que el de los demás. Estás hablando con otra niña con una infancia que huele a ceniza y carbón y, de pronto, retrocede al percibir el hedor de tu propia infancia»

Hay personas que huelen a alegría. Otras a miedo, o a tristeza, a desconfianza, a pérdida…. Todos estamos impregnados del olor emocional en el que estuvimos sumergidos de niños.

Y no se puede escapar de ella sin ayuda. 

Principalmente porque no nos damos cuenta, no somos conscientes de que estamos totalmente condicionados por todo aquello que experimentamos en nuestra infancia e incluso antes.

¿en cuantas ocasiones no nos entendemos a nosotros mismos? Hacemos algo que nos extraña, reaccionamos de una u otra manera ante determinados estímulos, nuestras acciones van en contra de nuestras convicciones, sentimos desconcierto e incomprensión hacia nuestra propia vida… y probablemente suceda que desde lo más profundo de nosotros hay un niño gobernándonos, ese niño que pensamos que hace mucho que dejó de existir.

También porque es difícil, costoso en el tiempo, muchas veces doloroso, y necesitamos ayuda para hacernos conscientes, para enfrentarnos a aquello que pueda aflorar, para reconciliarnos, para perdonar, para disolver los miedos, para desaprender …

Sigo leyendo el libro de Tove Ditlevsen. Quizá no sea la última vez que me obligue a comentar algo.

Todo lo comentado en esta entrada, salvo las citas, son opiniones y reflexiones personales, y como tal hay que tomarlo.

La infancia es larga y estrecha…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *